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Crónicas de viaje: CASA DE POLO por Oswaldo Fajardo Quiros


Relato de Oswaldo en su viaje por Medellín. Estudiante de la Licenciatura en Educación Física de la Universidad de Antioquia e integrante del semillero de investigación PES. Crónica del viaje 2016-1.

"Eran casi las 2 de la tarde y nuestros estómagos rugían con fuerza. No sabíamos si estábamos mareados por las vueltas que daba el bus en las calles del barrio Manrique o si ya había pasado mucho tiempo desde la última vez que comimos. El bus se detiene y descendemos. Todos se miran las caras un poco confundidos, como pensando: ¿A dónde vamos? ¿Dónde estamos? Alguien cruza la calle y se dirige a una casa que tiene la puerta abierta que conduce a unas escaleras. Desde la acera nos llega el olor a pescado frito, a patacones y a coco. Se me hizo agua la boca con aquellos aromas, subo las escaleras rápidamente en busca de la fuente de aquel olor y me encuentro con algo que no esperaba. En una terraza donde todavía falta terminar de construir un par de habitaciones, están ubicados cuatro jóvenes afrodescendientes, todos con un instrumento musical y nos dan la bienvenida al ritmo de la cumbia. Mi corazón empieza a latir al ritmo de los tambores y aunque todo es confusión, la alegría del pacifico comienza a recorrer todo mi cuerpo. Siempre he lamentado no ser buen bailarín pues la música invitaba a moverse, a celebrar, a expresar lo que escuchábamos con el cuerpo. Tuve que limitarme a mover el pie, pero no saber bailar no me impidió disfrutar del pequeño concierto con el que nos recibieron.

La música iba cambiando poco a poco, de cumbia, pasamos a ritmos de tambora, gaitas y bullerengue, todo era alegría y los ánimos subían a medida que se iba repartiendo el almuerzo entre los asistentes. El aroma a pescado y arroz con coco invadía la terraza. Mi estómago rugió de nuevo, recordándome del hambre. Llega un plato a mis manos, una mojarra entera, recién salida del sartén, con arroz de coco, patacones y guandolo.

Se pueden leer infinidad de artículos culinarios o históricos que dan cuenta de la fusión de las culturas de la región del pacifico colombiano. Patiño Ossa (2006) en su libro, Fogón de Negros: Cocina Y Cultura en Una Región Latinoamericana relata la experiencia de un ciudadano ingles cuando prueba uno de estos platos: “…Lo que Hamilton comió, las mesas en las que compartió y los olores y sabores que lo fascinaron eran producto de tres siglos de transculturación: un cocido multiétnico en el que se fusionaron la sabiduría culinaria prehispánica, la hispánica y la afrodescendiente para crear una cocina tropical diferenciada, en la que se cruzan aguas y praderas, vientos, veranos ardientes y nieves eternas. Una cocina de la abundancia, tradicional y exótica, llena de combinaciones inesperadas; un festín olvidado que apenas intuimos y que, pese a ello, subyace en el corazón del modo de ser latinoamericano en aquellas regiones de gran diversidad ambiental donde se impuso la esclavitud…”

Ya no vivimos en tiempos de esclavitud, pero si en una era en la que todavía se pueden apreciar los sabores de antaño. Apenas terminé mi almuerzo me dirijo a la cocina, pues el cocinero que hay en mi quería más detalles. En la cocina, la fiesta era diferente. Las mujeres de la familia estaban allí reunidas, cada una con una tarea diferente. Aunque el espacio era pequeño, ellas parecían estar sincronizadas, ninguna entorpecía el trabajo de otra, se movían como si estuvieran bailando, cantaban y reían, al mismo tiempo que pelaban, cortaban y freían. Conocí a la mama de Polo, quien me comentó algunos detalles para tener en cuenta a la hora de cocinar una mojarra como, por ejemplo, dejar la mojarra en zumo de limón y ajo toda la noche, para que el sabor penetre en las fibras de la carne y tenga un sabor adicional.

Íbamos terminando el almuerzo y la música seguía sonando con igual o más intensidad. Nos encontramos con otra sorpresa al darnos cuenta que una muchacha que viajaba con nosotros baila ritmos afroamericanos. Ahora el show estaba completo, unos tocando sus instrumentos, ella haciendo una demostración de baile tradicional del pacifico. ¿Quién hubiera pensado que en esta casa del barrio Manrique se esconde tanta riqueza cultural?

Sin duda alguna, esta familia tiene muchas historias por contarnos. ¿Con cuantas de ellas nos sentiríamos identificados? Ellos son el vivo ejemplo del sentir colombiano, del deseo de seguir adelante a pesar de las adversidades. “El viaje” nos llevó a la casa de Polo, y de todos los lugares que visitamos ese día, este quedó grabado en mi memoria y en mi corazón."

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